Entre él, tú y yo

¡Upe! nos dijo la madrugada descendiente de una noche testigo del millón de pasos, rostros, lugares, poemas y relojes que no caminan.
Con una mano ancha y la otra cortada, la sombra y la luz carcomieron mis huesos.
El bien y el mal se adentraron y aprendí a convivir con ellos Ahí estaba yo en un barranco sostenida mis alas por ambos. Observaba hacia la derecha y estaba él tan silente y despistado, tan imposible de hallar, el sereno lo asota y el cansancio le gana, le cega la mirada y atropella su lento hablar. Con el rabito de mi ojo miro hacia mi izquierda y ahí estaba el otro, pasado vivido, presente olvidado. Pícaro al son de su hablar, vistoso por su personalidad, sin un A ni una Z te invita a volar. Persuasivo ante la verdad. Me propone un whisky yo le niego un vals. Me llama por mi nombre sin acordarse de mi bautizo. Y yo en medio del negro y del plata con ganas de romper el silencio y romperlos a ellos para hacer uno solo de nuevo: callado y enamorado. Siento algún trastorno en mis adentros, hay un revuelo en mi mirada y el latir me está ahogando el alma. Entre la arena y el mar con cual me quedo? Prefiero el beso mudo que en la mano me dio arrugados labios para sellar la salida del sol. Y de esa manera marcho y bajo mis alas llevo una canción que aun no he terminado.
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