Escrito por Mathieu Gagnot

Todos llevamos en el camino de la vida una mochila cargada de piedras. Y según los días, éstas se hacen más pesadas y lo decimos a los que caminan cerca de nosotros. Pero ellos no pueden hacer nada, ya que cada uno está aguantando el peso de sus propias piedras. También, a veces, uno no aguanta más este peso, y el paso se hace más despacio, hasta que nos sentamos al borde del camino.

A otros, no les importa mas caminar, porque cargar el peso de las piedras se les es imposible. Pero hay que seguir caminando porque las piedras se pueden aliviar sin anuncio.

Yo me acuerdo que me había detenido, en pie, en el medio de la carretera. Me pesaban mucho las piedras y estaba buscando adentro de mí la fuerza para seguir caminando.

Y de allí oí una risa fresca y regenerante: era tu risa. Te burlabas de mí. Te daba risa verme aquí, contemplando mis piedras, tratando de evaluar su peso. Y al verte burlarte de mi, me hizo gracia. Empecé a reír también y cuando miré hacia mis manos otra vez no había más piedra: había una florcita. En la mochila también, las piedras se habían convertido en flores. Y desde entonces, cuando caminé con tu mano en mi mano y con una mochila llena de flores que regalaba a los que estaban a mi lado o a los que estaban mirando desde el borde del camino.


1 comentarios:

La Muñe dijo...

Gracias Matteo!
Oh Moncheri!
Oui Oui...
Ojalá y tu camino no se haga más pesado y que las piedras que convertí en flores sigan siendo flores para todo la vida...

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